El pasado 16 de marzo
tuve la oportunidad de ver en sala a los alemanes Heaven Shall Burn, que si no
estoy equivocado, era la primera vez que venían de gira por nuestro país. Cierto
es que anteriormente habían visitado algún festival veraniego, pero esta vez,
aprovechando que venían acompañando a Korn, rellenaban un par de días por
nuestra geografía para hacer algo más extenso su tour.
Está claro que era una ocasión única, ya que si había tenido
la oportunidad de verles en festival, pero nunca en sala cerrada, y siendo una
banda a la cual venero, en cuanto a música y mensaje, no podía desperdiciar la
oportunidad de acercarme a la ciudad de Málaga y ver sus evoluciones en
directo.
Como siempre, el aspecto negativo fue la asistencia al
concierto, y es que nos juntamos unas 150 personas en la sala, algo que
desmerece mucho a esta banda, con una calidad más que contrastada. Eso sí,
seriamos poc@s, pero lo dimos todo en el concierto.
Rebel Souls
Los encargados de abrir la noche para los alemanes, serían
unos compatriotas, Rebel Souls, aunque con un detalle a tener en cuenta. Su
bajista y vocalista, Stefan, vive en Málaga desde años y su español es bastante
fluido. Así nos lo hizo saber.
Una banda veterana, formada en el 2000 pero que hasta hace
poco no publicaron su primer disco, con excelentes críticas, por cierto. Death
Metal de la vieja escuela, muy técnico y directo.
En la media hora escasa que estuvieron encima del escenario
nos mostraron su potencia y contundencia. Temas matadores, con una base rítmica
muy pesada y unas guitarras técnicas y con buenos riffs.
Están presentando su disco, como bien hemos dicho, que han
grabado en Málaga y en el cual han contado con varias colaboraciones de músicos
de la provincia, y durante el show pudieron contar con uno de ellos sobre el
escenario.
El invitado fue Ismael Pérez, vocalista de Chaos Before Gea,
que derrocho toda su energía en el tema, como suele hacer en sus directos.
Cierto es que no es su estilo, pero como colaboración especial no deja de ser
interesante.
Como bien he dicho, tras media hora escasa, la banda se despidió
del público, que agradeció su entrega y su actitud. Detallazo de la organización
por contar con una banda emergente para acompañar a los germanos.
Heaven Shall Burn
Tuve la oportunidad de ver por primera vez a esta banda hace
algunos años en un festival europeo, y la fuerza que tenían, la energía que desprendían
y sobre todo su actitud sobre el escenario, me cautivaron desde el primer
momento. Encima, son una banda con mucha inquietud social y compromiso con sus
ideas.
Ya no solo en los directos, en sus discos han sabido ir
evolucionando, sin perder su esencia y haciendo cosas distintas al mismo
tiempo. Una banda que en su país es muy respetada, que en Europa ya realiza
giras asiduamente, pero que en nuestro país, aun esta en ese proceso de
recopilar un buen número de seguidores, que le permita visitarnos con cada
nueva gira.
Su último disco es toda una lección de Metal moderno, con
guitarras afiladas y contundentes, bases rítmicas pesada, y por supuesto, la
labor vocal de Markus, con esas voces rasgadas y ese mensaje siempre
comprometido y político.
Solo con ver el escenario, ya te dabas cuenta que el grupo
no venía a cumplir simplemente, con todo
su equipo de luces montado, su propio backline y todo lo necesario para hacer
un show de lo más completo.
Con bastante puntualidad comenzaron los primeros acordes de
la introducción a “Hunters will be Hunted” y ya no hubo descanso para nadie. Es
que es una banda que engancha, no solo por hacer una gran música, sino porque
su entrega es total con la gente que va a sus conciertos, dándolo todo durante
todo el concierto.
No pararon ni un momento sobre el escenario, de un lado para
otro, disfrutando al máximo de su propio show, como si fuera el último o el
primero. Su actitud y entrega debería ser ejemplo para muchas otras bandas, de
cualquier estilo y edad.
Está claro que con esos ingredientes solo podía ser una gran
noche, de la cual la gente, por
supuesto, fue participe, haciendo continuos circles pits, incluyendo un wall of
death, que organizo el propio Markus.
Como anécdota del concierto, tuvieron el detalle de invitar
a un guitarrista muy fan de su música, procedente de Sevilla para subirse al
escenario y hacer un tema con ellos. (No me quede con el nombre, pido
disculpas) Hasta para eso demuestran ser una banda con los pies en la tierra.
Aunque venían presentando el nuevo disco, el setlist se
compuso de un buen repaso a su discográfica, tocando de casi todos sus discos.
Por supuesto, se quedaron muchos temas fuera, pero está claro que no se puede
contentar a todo el mundo.
Por supuesto, se guardaron para el final sus dos mejores
bazas y que además no pueden faltar en sus shows, la incendiaria “Endzeit” y la
apoteósica versión del “Black Tears” de Edge of Sanity.
Con ese final de fiesta la banda se podría haber retirado
como gran triunfadora y dejándonos más que satisfechos. Pero son algo más, y
como la organización les dijo que aún tenían algo más de tiempo, y ante las
peticiones del público de seguir tocando, pues salieron para regalarnos un tema
más, que ya nos dejó para los restos.
Incluso al término de este, se miraron entre ellos y
volvieron a pedir permiso, algo que esta vez ya no pudo ser y se despidieron
entre grandes aplausos y ovaciones. Por supuesto, totalmente merecidas.
Por supuesto, esto es algo totalmente personal y subjetivo,
pero creo que lo que pasa con esta banda es una gran injusticia, ya que tenían que
estar entre las grandes bandas del continente, sobre todo por la entrega y la
actitud, unido a canciones que trasmiten fuerza y emotividad.
Tendremos que seguir conformándonos con verlos en los
festivales del verano, esperando que vuelvan próximamente de gira por salas por
nuestra geografía. Grandísimo concierto, candidato a concierto del año en mi
lista personal. Muy grandes Heaven Shall Burn.
No quiero despedirme sin dale las gracias a Málaga HXC, y en
concreto a Iñaki Serrano, por facilitarme el trabajo de fotografía y por traer
estos conciertos al sur y poder disfrutar de ellos. Animo.
Crónica y fotos: Augusto Arévalo